Aracne sufrió un cambio drástico durante su metamorfosis, la cual fue causada por su osadía y su sensación de superioridad.
Huérfana de madre y con un padre que se dedicaba a teñir lanas, la fama de Aracne no venía de su familia, procedentes de la humilde Hippeas. Sin embargo, Aracne poseía un gran talento para tejer, tan grande que no se sentía superior ni a los mismos dioses. Tal era su arte, que su fama estaba expandida por enormes territorios, y hasta las ninfas, escapaban de sus hogares, no solo para ver sus tejidos, sino también para verla tejer, puesto que su arte era tan magnífica, que hasta observarla llevarla a cabo era un acto de enorme hermosura. Tal era su arte que se dijo que fue enseñada por Palas.
Aracne, indignada y encolerizada por tal acusación lo negó. "¡Que compita! A nada me negaré si me vence", dijo la joven en su ira. La diosa, compadeciéndose de ella se le presentó, disfrazada de anciana, diciéndole que se retractara, que suplicase el perdón de la diosa y esta se lo concedería, pero ella solo refutó diciendo que la anciana estaba trastornada por la edad y no tenía lucidez sobre lo que decía. Que si la diosa era tan poderosa que se presentase para competir con ella.
Y así fue, la diosa se mostró tal cual era y se sentó a tejer. Ambas tejían a gran velocidad y la ventaja de la diosa era notoria, mientras que, Aracne aprovechó la ocasión para humillar a los dioses bordando en el telar escenas de cada fallo de los Dioses; sin embargo, al notar su derrota, la mujer huyó para quitarse la vida.
Palas, compadecida, le permitió vivir, pero la condeno a pasar una eternidad llevando una maldicion que transmitiría a sus descendientes, tejer por siempre convertida en una araña.
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