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Baudelaire
La
fuente de sangre
Creo
sentir, a veces que mi sangre en torrente
se
me escapa en sollozos lo mismo que una fuente.
Oigo
perfectamente su queja dolorida,
pero
me palpo en vano para encontrar la herida.
Corre
como si fuera regando un descampado,
y
en curiosos islotes convierte el empedrado,
apagando
la sed que hay en toda criatura
y
tiñendo doquiera de rojo la Natura.
A
menudo también del vino he demandado
que
aplaque por un día mi terror. ¡Pero el vino
torna
el mirar más claro y el oído más fino.
Tampoco
en el amor el olvido he encontrado:
ha
sido para mí un lecho de alfileres,
hecho
para saciar la sed de las mujeres.
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Escogí este poema de Baudelaire porque me gustó la forma de
describir como se escapa su sangre y que no puede hacer nada para que
su dolor pare.
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Paul Verlaine
Mi
sueño
Sueño
a menudo el sueño sencillo y penetrante
de
una mujer ignota que adoro y que me adora,
que,
siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y
que las huellas sigue de mi existencia errante.
Se
vuelve transparente mi corazón sangrante
para
ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella
me enjuga el llanto del alma cuando llora
y
lo perdona todo con su sonrisa amante.
¿Es
morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su
nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el
de virgen de aquellas que adorando murieron.
Como
el de las estatuas es su mirar de suave
y
tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un
eco de las voces queridas que se fueron…
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Me gustó este poema porque adora a la mujer con la que sueña y
encaja tan bien, la que le seca el llanto del alma. Pero no la
conoce, ni sabe si existe.
Rimbaud
Aventura
I
Con diecisiete años, no puedes ser formal.
-¡Una tarde, te asqueas de jarra y limonada,
de los cafés ruidosos con lustros deslumbrantes!
-Y te vas por los tilos verdes de la alameda.
¡Qué bien huelen los tilos en las tardes de junio!
El aire es tan suave que hay que bajar los párpados;
Y el viento rumoroso -la ciudad no está lejos¬
trae aromas de vides y aromas de cerveza.
II
De pronto puede verse en el cielo un harapo
de azul mar, que la rama de un arbolito enmarca
y que una estrella hiere, fatal, mientras se funde
con temblores muy dulces, pequeñita y tan blanca...
¡Diecisiete años!, ¡Noche de junio! -Te emborrachas.
La savia es un champán que sube a tu cabeza...
Divagas; y presientes en los labios un beso
que palpita en la boca, como un animalito.
III
Loca, Robinsonea tu alma por las novelas,
-cuando en la claridad de un pálido farol
pasa una señorita de encantador aspecto,
a la sombra del cuello horrible de su padre.
Y como cree que eres inmensamente ingenuo,
a la par que sus botas trotan por las aceras,
se vuelve, alerta y, con un gesto expresivo...
-Y en tus labios, entonces, muere una cavatina...
IV
Estás enamorado. Alquilado hasta agosto.
Estás enamorado. Se ríe de tus versos
Tus amigos se van, estás insoportable.
-¡Y una tarde, tu encanto, se digna, ya, escribirte...!
Y esa tarde... te vuelves al café luminoso,
pides de nuevo jarras llenas de limonadas...
-Con diecisiete años no puedes ser formal,
cuando los tilos verdes coronan la alameda.
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